Por Mª Ángeles Sierra.
De poco sirve indignarse en un país constituido para mangurrias y traficantes de los derechos del pueblo, que se sustenta de la docilización de la sociedad y el totalitarismo de sus acciones y que sigue siendo decimonónico por excelencia cual los tiempos del “malogrado” D. Mariano José de Larra y su “Vuelva usted mañana.”
Farsantes, atracadores, engañabobos y mentacatos en todos los ámbitos de intermediación, institucional, política, social y representativa, son, en definitiva, los responsables directos de tanto puteo y tanto desaguisado que, añadido a la omnipresente sumisión ciudadana, unas veces por ignorancia, otras por comodidad y otras por impotencia y rabia, conforman el panorama y cierran así tan paupérrimo y dramático cuadro nacional.
Nunca faltan H de la gran P (Hibernadores de la gran Perpetuidad), dispuestos a amargarte el día en este país donde se acepta barco como animal acuático y pulpo como animal de compañía, tras la domesticación mediática y publicitaria a que estamos tan acostumbrados.
¿Que matan a Bin Laden y arrojan su cuerpo al mar? ¿Qué importa, si a través de una burda información, como si de una ciudadana imbécil se tratara, me están chuleando?
¿Que asesinan sin piedad ni miramientos a la familia de Gadafi? ¿Qué puede importarme a mí, cuando ya se han cuidado de hacerme creer que se lo estaba buscando?
¿Que ilegalizan la representación democrática y consensuada de Sortu, un partido político vasco? ¿Qué ha de importarme a mí, que he nacido con el sello de “Señorita Castellana” y por Orden Regia convertida en defensora a ultranza de un nacionalismo españolista, que no es ni más ni menos que el que a través de su sempiterno bipartidismo capitalista, maneja el cotarro?
En fin, que van pasando los días, se suceden una y otra vez los conatos de opresiones, y como buena y atemorizada ciudadana, ni hablo. Pero… ¡Joder! Que además me chuleen en el buen hacer cotidiano, como que por eso ya no paso.
Y es que la última, la chispita absurda en comparación con las citadas (y las muchas omitidas) referentes a reformas laborales y recortes sociales, hoy ha sido el puto banco, o la puta Caja España, para ser más exacta, que hasta para hacer frente a mis pagos, ahora me impone un horario.
Llamo a "Atención al cliente" porque esto ya me parece de patada en las narices y me atiende una asalariada defendiendo, como no podía ser de otra manera, el funcionamiento de sus sucursales y diciéndome que lo más que puedo hacer (y para nada) se ciñe a que reclame.
Contacto con la Oficina del Consumidor y me informa un asesor de que, pese a tener yo razón (en base a la lógica y a la ética que se supone deberían tener estas entidades) y de que existen infinidad de reclamaciones similares, es el Banco de España el que les permite de forma directa llevar a cabo esas abusivas prácticas, contra las que poco o nada puede hacerse, conducentes únicamente a que lleves a cabo una domiciliación, por la que luego habrán de cobrarte.
En definitiva, y visto a lo visto, una vez soportado el cabreo y en vista de que esto es más de lo mismo, con los mismos responsables, creo que lo que voy a hacer es acogerme a mis derechos electorales y decir así, a grito pelado, porque me sobran razones, cual “pobrecita habladora”, que les va a votar su P.M. (¡Pandilla de Mangantes!)
Fuente: Diario Digital Insurgente
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