Como Diego P. V. no milita ni en el PSOE ni en el PP, su fotografía esposado a la salida del juzgado no provocará airados debates en el Parlamento sobre la presunción de inocencia. Les recuerdo el caso para los que se quedaron con la noticia de portada y se han perdido los breves posteriores; para los que no saben siquiera quién es este anónimo Diego del que la pudorosa Policía no dio los apellidos, pero sí permitió que posase con cara de culpable frente a las cámaras. “Detenido por maltratar hasta la muerte a la hija de su novia”, titulaba Público. “La mirada del asesino”, lo mejoraba
ABC en su portada. “Muere la niña quemada y violada”, decía la prensa de Tenerife. Y seguro que ya les suena más el caso, como para olvidar ese cuento de terror: el de un padrastro, Diego P. V., que violaba, quemaba y golpeaba hasta la muerte a la hija de su novia, Aitana, una niña de sólo tres años. La verdad que el sábado reveló la autopsia de Aitana no se parecía en nada al cuento. La verdad es mucho más aterradora. Es la historia de un joven de 25 años, Diego, que cuidaba de una niña a la que probablemente quería como si fuese suya; una niña que se cayó del columpio y a la que Diego llevó a urgencias para escuchar que “
los niños son de goma” y volverse a casa con un analgésico; una niña que a los pocos días empeoró y que Diego volvió a llevar a urgencias, donde otro médico se volvió a equivocar al diagnosticar malos tratos, violación y quemaduras; una niña que murió horas después mientras la opinión pública apedreaba al padrastro, que supo de la noticia cuando estaba entre rejas. Aunque Diego sale de la cárcel porque la autopsia demuestra que es inocente, el cuento termina mal. Aitana sigue muerta. Al igual que la condena que ha pagado Diego, eso es algo que ya no tiene remedio. Fuente:
http://www.escolar.net/MT/archives/2009/11/la-condena.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario