Carmen Glez Alcántara
Hola, me llamo Samuel y tengo 13 años.Me gustaría decirte también dónde vivo pero no tengo ni idea porque aún no sé dónde estaré los próximos meses. Por lo pronto estoy con mi madre. Hay un@s profesionales que dicen que mejor estoy con mi madre y otr@s que mejor estoy en un centro de acogida.Yo no quiero ir al centro de acogida porque sé que algun@s trabajador@s no me quieren y dicen que conmigo no hay nada que hacer.Yo quiero creer en mi y en la oportunidad de ser una persona digna.Me han contado otr@s niños y niñas que en este blog hay personas que sí creen en mi y que puedo compartir contigo mis sentimientos. Durante un tiempo viví en el centro de menores y era uno de los niños que no destacaba, pasaba desapercibido y l@s trabajador@s no se metían mucho conmigo.En esa época había un niño mayor que yo llamado Tana que era el que tenía a l@s trabajadores mal. No respondía a las órdenes de los trabajador@s y estaba siempre penado.
Los demás niños y niñas le acabamos teniendo miedo igual que algun@s trabajador@s.Cuando se fue ese niño a otro centro ya se empezó a oir mi voz y me comparaban con Tana, decían de mi que ya habían tenido bastante con Tana y que no me iban a consentir malas formas.Yo no entendía por qué me decían eso,me enfadaba con los demás niñ@s como otras veces y sin embargo empecé a sentir que poco a poco se enfadaban conmigo y al final aunque hiciera las cosas bien, solo oía :estás penado, a tu habitación, estás penado a tu habitación a tu habitación,estás penado sin ver la tele, estás penado sin salir….Un día me penaron sin poder participar en un cumpleaños que se celebraba en el centro. Me dejaron dentro del salón y no pude salir al comedor a celebrar el cumpleaños de uno de los niños, mientras los demás disfrutaban del cumpleaños yo me tuve que conformar con oír cómo se divertían. Cuando terminó el cumpleaños y pude salir del salón no vi ni un trozo de tarta. Otro día me penaron porque estando penado me corté, te explico: Un día de tantos que me penaban me dejaron sin ir de excursión con el resto de los niños y niñas, que por cierto, ya me empezaban a tener manía, igual que a Tana porque algun@s las trabajad@s me comparaban con él. Ese día me quedé sólo con un@s trabajador@s que no eran mis educador@s. Me puse a jugar con una pelota en el patio, con unos zapatos de una de las niñas y al lanzar el balón cayó y rompió un espejo. Al intentar recoger los trozos me corté en el pie, me llevaron al médico y me cogieron unos puntos.
Fue poco el corte, lo que fue mucho era el enfado por lo sucedido, la niña, dueña del zapato, se enfadó porque se manchó su zapato con un poco de sangre. La educadora dijo que entre las niñas me pusieran un castigo, una pena por manchar el zapato de sangre, yo dije que fue sin querer. Las niñas riéndose de mi me pusieron una pena que consistía en estar durante la mañana del siguiente día disfrazado de mujer y que tenía que dejarme pintar por ellas y comer vestido de esa manera. La educadora estaba de acuerdo y me pasé la mañana disfrazado de mujer mientras que tod@s niñ@s y adultos se reían de mi.
Al final me enfadé porque me sacaban fotos y querían colgarlas en twenti para que se rieran de mi en internet. Creo que al final no colgaron las fotos. Por cierto, me recuperé del corte de la pierna pero la rabia crecía en mi porque solo recibía castigos, burlas y rechazo. Ahora comprendo a Tana y creo que está mejor en otro sitio que aquí. Yo tomo medicamento, dicen que para los nervios porque contesto y no me callo, no se cuando dejé de ser un niño y empecé a convertirme en un estorbo, pero sé que quiero estar en un sitio donde me reciban con las puertas abiertas y con la esperanza de que puedo ser una persona digna y no con la etiqueta de “con este niño no hay nada que hacer”. Cuando leas mi historia no sé si estaré aún con mi madre o en el centro, de mi madre no siento rechazo, del centro, sin estar, ya sé que no seré bien recibido. Contigo al menos me siento comprendido y sé que sin ti acabaré como Tana y otros much@s con los que ya, según algun@s trabajador@s, no hay nada que hacer.
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